No pienso hacer ni poco más que quererte
Y decírtelo hoy con palabras que salen de la nada
Porque justamente hoy se acabó lo maravilloso
Lo ideal, eso que hice en ti por piedad y amor
Para salvar lo que de perdón podía conseguir aún
Aquéllo, Se ha esfumado con prisa y urgencia
Me ha puesto a pensar que has cambiado
Y ya sólo sabes distinguir otros cielos que no son cielos
Antes tú que eras parte de lo esencial de lo que soy
Desfallecías con el roce del viento en ese hueco
Que se creaba entre mi mano y la tuya
Ese tipo de casualidades innecesarias y extrañas
Que arrancan flores y las ponen en mi mano
Me hicieron entender con su ausencia la desilución
Diéronle lugar a un miedo tremendo para desistir
En la persecusión de una complejidad compartida
Y ya no pienso mejorar, ni ser más azul
Ni tener más gaviotas, ni nubes más blancas
Un cielo como yo no puede dejar de ser cielo
Por una sola estrella absurda y déspota
Que en un principio llega a encandilar
A fascinar por su simpleza, por su juventud
Pero se hace vieja, se hace más vieja
Y el cielo se queda eternamente allí, después de amar
Pero ya tengo un ocaso final tramado
En que lograré soltar tu mano, y cantar sola
Y esconder, entre una pestaña y la otra, al Sol
Para que en la oscuridad de que se harán mis pupilas
Densas una vez más, tú ya no existas
A falta de color, que es credibilidad y fe.
Comprende que cuando falta la fe,
La devoción huye también y aparece la infidelidad
Entonces el abandonarte y ceder,
que antes provocara en mis adentros
El aleteo frenético de un profundo pánico
Es ahora el mejor veneno para morir pronto
Y dejar de verte lejos, con una estrella que no llega a cielo.
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